Jaqueline Nova – Buh Records (Perú – 2022)

Creación de la Tierra – Ecos palpitantes de Jacqueline Nova
Por Ana María Romano G. – Bogotá, 2022

 

Jacqueline Nova Sondag (Gante, Bélgica, 1935 – Bogotá, Colombia, 1975) tuvo una breve y muy intensa carrera cuyo legado seguimos revisando y redescubriendo, muestra de ello es esta publicación que hoy presentamos con grabaciones históricas de obras compuestas en la década 1964-1974.

 

Para 1972 el Instituto Torcuato Di Tella, donde Nova había estudiado y desarrollado casi toda su producción electrónica, ya había cerrado y fueron el Estudio de Fonología (de la Facultad de Arquitectura, Universidad de Buenos Aires) y el CICMAT (Centro de Investigaciones en Comunicación Masiva, Arte y Tecnología) los lugares que vinieron a cubrir la ausencia del extinto Laboratorio de Música Electrónica del CLAEM (Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales) del Di Tella. Ese año, gracias a una beca Guggenheim, Nova regresó a Buenos Aires para trabajar en el Estudio de Fonología y desarrollar un proyecto investigativo sobre las transformaciones de la voz a través de procesos electrónicos, allí surge Creación de la tierra.

La obra la compuso trabajando únicamente con material vocal de cantos de la creación de la tierra de la etnia U’wa (Boyacá, Colombia). Desde que era estudiante universitaria, Nova se preguntó por la relación de su sociedad con los grupos indígenas, si bien era consciente que ella no era indígena y que estaba “fuera” de esas comunidades, en esta obra de carácter ritual, según sus propias palabras, la voz y la palabra U’wa se entretejen sin exotismos. La voz del indígena se transforma permanentemente y por momentos la fuente sonora es irreconocible, esto con el propósito de hacer ininteligibles (o poco inteligibles) las palabras. Así, la voz de una comunidad a la que no pertenece y las palabras de una lengua que no es la propia cobran un gran valor desde lo simbólico si pensamos que son amplificadas dentro de un contexto que las ha marginado durante siglos. Nova reclama el derecho a la coexistencia como pares y a la necesidad de existir sin exclusiones.

 

A lo largo de la creación artística de Nova encontramos gran fascinación por la voz humana, los medios electrónicos y las combinaciones instrumentales mixtas, es decir aquellas en las que lo instrumental acústico se entrelaza con medios electrónicos. La obra Omaggio a Catullus cuenta con estos tres componentes. El trabajo vocal lo abordó sobre texto en latín del poeta Catulo y, una vez más, le interesó que el texto fuera comprensible por momentos cortos manteniendo la idea de no hacerlo inteligible a través de cambios bruscos o lentos, dilatación o contracción y otros procedimientos que desarman las palabras. En la partitura inicial, de 1972, el componente electrónico contemplaba la participación de transformación sonora en tiempo real, sin embargo la revisó en 1974 y en los ajustes descartó los procesos de electrónica en tiempo real, muy seguramente por dificultades logísticas dado que el estreno estaba previsto para febrero de 1975 y para ese momento se encontraba muy enferma. Estas modificaciones a la partitura original y la petición enfática de voces hablantes explican que la interpretación en vivo estuviera a cargo de una compañía de teatro y no de un coro. El texto de Catulo le imprime a la obra un carácter testimonial, casi autobiográfico, dejando asomar sin velo la desesperación y la desilusión por diferentes situaciones personales.

 

La primera vez que Nova vivió en Buenos Aires fue entre 1967-1968, como becaria del CLAEM. Allí descubrió un medio musical abierto a la conversación y al debate. Su espíritu curioso le permitió explorar de manera autodidacta el medio electroacústico desde muy temprano en Bogotá: por un lado, en los estudios de la emisora HJCK hacía grabaciones y luego las modificaba con los equipos de la radio; por otro lado, en casa contaba con dos grabadoras de carrete abierto con las que también experimentaba. Es importante aclarar que ella no descubrió la electroacústica en Argentina, no obstante como estudiante del CLAEM tuvo la oportunidad de trabajar en el Laboratorio de Música Electrónica en circunstancias que no había conocido en Colombia ya que contó con un espacio adecuado exclusivamente para la composición electroacústica, hecho que le permitió alcanzar su alto nivel de refinamiento técnico que, al ponerlo en diálogo con sus búsquedas compositivas, la ubican como una de las figuras referentes en la música electroacústica colombiana y latinoamericana. En este contexto compuso Oposición-Fusión (1968), la primera de las tres obras electroacústicas para soporte fijo de su catálogo, antaño designadas “para cinta”. En esta obra la elaboración tímbrica está ligada al comportamiento espectral de los materiales generados con los osciladores y las tomas microfónicas que se articulan buscando conectarse o separarse de acuerdo a las texturas, las densidades o la espacialidad.

 

Diez años antes, en 1958, Nova llegaba a Bogotá, luego de vivir en Bucaramanga, ciudad de la familia paterna. Se instaló en la capital para estudiar para pianista en el Conservatorio Nacional de Música, sin embargo, en 1963 se concentró en la carrera de composición. A ese periodo inicial de su formación pertenece Transiciones (1964-1965), una obra en la que asoman tímidamente indagaciones sonoras que al paso del tiempo se revelarán sin reservas. Como las exploraciones tímbricas interviniendo el arpa del piano o las resonancias a través de diferentes usos del pedal. Las temporalidades que le permiten al sonido desarrollarse para habitar y transformar el espacio al mismo tiempo que brotan estructuras rítmicas muy precisas.

O la participación de elementos aleatorios que anuncian la inestabilidad como disposición esencial para la creación.

 

Nova fue la primera compositora que obtuvo un diploma en el Conservatorio, esto no quiere decir que antes no haya habido compositoras en la actividad musical colombiana. Al termino de sus estudios, en 1967, ganó la beca para estudiar en el CLAEM, a partir de ese momento son muy pocas las obras en las que no involucra los medios electrónicos, para ella los recursos electroacústicos debían ser integrados al universo sonoro de la creación contemporánea sin misterios, como un material musical más que puede dialogar orgánicamente con los instrumentos acústicos. Otra de sus obras “Ditellianas” es Resonancias 1 (1968, revisada al año siguiente en Bogotá). Acá el piano se entreteje con sonidos electrónicos y se construye sobre 7 estructuras con indicaciones de carácter tímbrico, ante todo, dejando en cada intérprete las decisiones sobre cómo armar la obra, teniendo como indicación temporal solo la duración general de la obra. Una vez más abre las puertas del azar para alimentar la imaginación.

 

En esa misma línea de organizar desde la aleatoriedad va Asimetrías, compuesta en su primer año del CLAEM. La obra se plantea sobre 7 estructuras que a su vez contienen grupos que dan paso a diferentes posibilidades combinatorias, en esta obra, como en las que involucra la aleatoriedad, los componentes fijos suelen ser los parámetros de altura e intensidad para que quien interpreta o dirige tome decisiones sobre los otros elementos y termine de componer la obra. Su cercanía con el azar es un guiño a la sorpresa, a lo desconocido, a la curiosidad.

 

Al repasar la vida de Nova hoy podríamos ubicarla también como artista sonora o interdisciplinar, a lo largo de su carrera participó en obras de teatro, instalaciones y esculturas sonoras, un oratorio y una película de cine. De otra parte, varias de sus obras “de concierto” cuentan con la intervención de medios audiovisuales o escénicos.

Para esta publicación decidimos incluir la sonoridad de la música que compuso para la película Camilo el cura guerrillero, de Francisco Norden, dado que nos acerca a la faceta de Nova relacionada con el contexto social e ideológico latinoamericano del momento, ella se conectó con la figura de Camilo Torres como personaje representativo de los discursos revolucionarios activos en América Latina en las décadas del 60 y 70. El registro de la banda sonora es monofónico y contrasta con las búsquedas de lo espacial que aparecieron desde muy temprano en Nova (incluso en obras acústicas), por ello la propuesta acá presente no modifica tímbrica ni espacialmente los materiales, solo interviene algunos volúmenes en las superposiciones de los fragmentos pertenecientes a diferentes escenas del documental.

 

Nova vivió en un medio hostil al cambio, al debate y la discusión, hostil a su ser mujer autónoma y lesbiana. Emprendió hazañas que hoy la hacen pionera, sin habérselo propuesto, solo como resultado del compromiso, la entrega y la pasión de una creadora con su sociedad. Jacqueline Nova murió en Bogotá, de cáncer de huesos. Su trágica y temprana muerte no solo truncó una carrera en plena fuerza creativa, sino que afectó de manera directa el desarrollo de la música electroacústica en el país: tras su muerte hubo un gran silencio -cercano a los 15 años- en la creación musical con medios electrónicos. Nova retó a un medio conservador y sobrevivió en soledad. En una práctica asociada por prejuicio como de realización masculina, fue una mujer la que afianzó el uso de las tecnologías en la música colombiana. Apuestas arriesgadas que tristemente le representaron un alto costo: Nova fue relegada en su momento, pero sus ruidos lograron sacudir y cuestionar las zonas de confort del medio musical colombiano.

 

El maravilloso mundo de las máquinas
Por Jaqueline Nova
Publicado originalmente en Revista Nova, N°4, Bogotá, Julio-Setiembre de 1966

 

Amplificadores, filtros, grabadoras, micrófonos, cables de audiofrecuencias, acoplamiento universal, acoplamiento de reducción, poleas, inputs, outputs, transformadores, osciladores, parlantes, controles, volumen; elementos ajustados a una tensión determinada; movimientos ordenados sucesivamente; rozamientos; luces que se encienden; fuerzas que actúan; engranajes en movimiento; vibraciones. Nos encontramos aquí al nivel de la experiencia.

 

Esta acción predeterminada nos permite entrar en contacto con lo exterior; con un mundo “estático” (sin menospreciar el término estático).

 

En el momento de “recibir” esa impresión, el mundo estático cobra movimiento; se hace directamente partícipe de nuevas vibraciones; de… “algo desconocido”. Las oscilaciones del péndulo aún no han recorrido 50 años.

 

Ese mundo estático, aún no ha captado los parámetros de las obras de Alban Berg. Wozzeck detesta la palabra “langsam”; los demás, la adoran y la seguirán fielmente hasta que “las máquinas dejen de funcionar”. El movimiento retrógrado será siempre su lema; frente al mundo de los valores siempre quedará rezagado.

 

Esa forma, ya existente no da a conocer al hombre que se prepara para un viaje interplanetario; al individuo que espera dentro de su cápsula espacial el: 4-3-2-1- cero!!… Más claramente, al “individuo que vive en el tiempo”.

 

Hoy “vivimos”, dentro de un ambiente de tensión; de velocidad; de lo no despacio, LA NEGACIÓN DE LO LENTO – DE LO INMÓVIL.

 

Ese mundo inerte, no quiere oír el sonido producido por el funcionamiento de una mezcladora de concreto; de una máquina trituradora; de un taladro; del pasar de un Diesel. Las grúas son simples ensamblajes de hierro y nada más; ¿el cruce potente de un jet a través del espacio es entonces un azar?

 

Si entramos a la cámara donde se encuentra un reactor nuclear, existe una idea de encierro; esa idea, siendo parecida a la que tenemos dentro de un ascensor sin movimiento, nos impresiona; pero por las máquinas en funcionamiento dentro de la cámara.

 

Absolutamente todos los seres humanos hoy, están utilizando una x máquina; a diario. Pero no quieren observarla; o sienten pavor al detenerse ante una. ¿Por qué? Porque… “hasta que despertamos después de muertos, vemos que en realidad jamás hemos vivido!” dice H. Ibsen. ¿Por qué, pregunto ahora: al compositor de hoy, estando rodeado por máquinas, se le mira curiosamente cuando se dispone a trabajar con algún objeto sonoro o un generador de alta frecuencia?

 

La tierra está íntegramente sumergida dentro de un campo magnético análogo a aquel que daría un listón imantado tendido sobre su eje de rotación. Dentro de ese campo magnético se encuentra, el mundo de las máquinas, el mundo del compositor, del artista que se sitúa concretamente en el momento actual. Fuera de ese campo, se encuentra el pusilánime; el que no se decide a participar en nuestra lucha.

 

Esa repulsión del mundo inerte, hacia los objetos y las máquinas que nos rodean, es una fijación sobre el pasado, como medio de protección; es miedo al presente. Aún más, ese mundo quiere tratar de olvidar que vive —si es que vive— en la segunda mitad del siglo XX; pero, lo que el consciente olvida, el inconsciente lo saca a flote.

 

Todo esto, obliga al pensamiento a detenerse en la fantástica potencia productora de un mundo diferente: “el maravilloso mundo de las máquinas”.

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